Nací en Caracas, Venezuela pero a los 2 años mis papás se fueron como misioneros a Manila. Cumplí 2 y 3 años allá. A los cuatro años nos trasladamos a México dado que mi mamá fue finalmente diagnosticada de su enfermedad.
Toda mi vida he crecido en una familia de valores cristianos en un ambiente feliz y balanceado. A pesar de que nos ha tocado sufrir muchas experiencias difíciles de vida hemos logrado salir adelante como familia, pero sobre todo ser plenos.
Estudié administración de empresas. Antes de graduarme ya tenía un excelente trabajo en la industria hotelera. Cancún es la quinta ciudad donde vivía en cuatro diferentes países. A los 25 años fui Gerente de Alimentos y Bebidas de un grupo hotelero y gestionada 4 restaurantes. A pesar de que me iba muy bien y de que me ascendieron después a Director de Recursos Humanos, quise surcar otros horizontes y terminé como Coordinador del Centro de Emprendimiento de una prestigiosa universidad. Hice mi maestría en Emprendimiento e Innovación y sin quererlo ni planearlo comencé a fungir como asesor de mi madre Mercedes Vallenilla en Psicología Católica Integral.
Ella pensando en quien podría dirigir Mindove me propuso un día -si quería- dejar todo y seguir este sueño, al que comprendí estaba ligado todos los días al escuchar a mi mamá en las comidas; pero sobre todo porque si ella no se hubiera enfermado el día que yo nací no estaría haciendo esto por la humanidad. No dude que eso quería hacer con mi vida. Ayudar a otros con mis talentos como profesional en el campo del Emprendimiento y de la Innovación a sanar.
En la vida de toda persona, hay momentos en los que decidimos por medio nuestra voluntad, asumir el deber completo, intrínseco y personal de cambiar la realidad como la conocemos. El compromiso con este deber solo se puede lograr cuando emprendemos a conocernos y nos apegamos a esta esencia buena que tanto buscamos reencontrar en la identidad humana.
Cuando cada individuo elige conocer este deber y comprometerse con la verdad y valentía para afrontarlos, creamos colectivamente la mejor historia posible. Perpetuamos el núcleo de la esencia humana; lo más bueno y real que podemos conocer. A veces en el viaje a asumir este compromiso podemos pensar, “yo no debería estar aquí” pues, decir que es difícil y cansado no comienza a explicar la complejidad de todo esto.
Es aquí, frente a esta reacción natural, cuando debemos de recordar, lo más valioso que tenemos como humanos; quienes somos y la esencia que nos une a todos. Por esto es por lo que vale la pena luchar, por nuestra humanidad. Este compromiso que se ve amenazado por tantas cosas que parecen eternas y tan negras que oscurecen todo, recordándonos que son justo lo contrario, efímeras y necesarias para este reencuentro solidario entre la especie humana.
¿Qué seríamos los seres humanos sin la capacidad de comunicar emociones y sentimientos? Difícilmente nuestra especie hubiera prosperado hace tantos millones de años, porque para que exista cooperación y confianza en grupos humanos, hay que saber construir vínculos emocionales funcionales con otras personas, sin esto, por lo general lo que construimos son relaciones efímeras y de uso, que al primer viento se desmorona. A veces, esto exige saberse mostrar vulnerable, cosa que no es fácil, pero sí que es gratificante en el largo plazo; y por ello, les comparto un poco de mí.
Siempre he sido un gran admirador de Tolkien, no solo por las historias que construyó, sino por la profundidad aplicativa a la vida que tienen estas historias. Lo que me parece grandioso de las historias de Tolkien, es que todas ellas tienen en su raíz “un camino trascendental”. Quienes han podido ver más allá de los tópicos fantasiosos, entenderán que estas historias muestran aquellas “pequeñas” peculiaridades de lo que es vivir la vida y las grandes lecciones de esta.
Creo que hoy más que nunca, Tolkien se convierte en alguien muy relevante para la época en la que vivimos, una época donde el mal se disfraza del bien y donde la incongruencia se disfraza de congruencia. En sus obras, no hay nada más explícito que la constante temática del bien y el mal, entre otras temáticas que son representadas inclusive en la adaptación cinematográfica.
El bien siendo representado constantemente como pequeños actos de “insignificancia” y aparentemente sin trascendencia, pero que en el largo plazo del desarrollo de la obra, fueron aquellos actos los que tuvieron los mayores impactos positivos y trascendentales, donde el propósito, el sentido, la verdad, la amistad, la compañía, lo genuino, la inocencia, imperaron en sus protagonistas, quienes a través de sus acciones, siempre representaron la mayor de las virtudes, la genuina y pura valoración a la dignidad humana, porque su motor siempre fue algo llamado Amor.
El mal siendo representado como un agente cobarde, manipulador y utilitarista que usa, dispone y desecha a las personas a su conveniencia. Asumiendo y coartando cualquier libertad. Sellando el destino de las personas a fines ajenos. Succionando todo lo bueno de este mundo, contaminándolo y corrompiendo existencias que inicialmente eran buenas. Aprovechándose de los momentos de debilidad para engañar y disfrazar el mal como algo bueno, porque su motor siempre fue el Egoísmo.
Si bien, estos temas son de los más representativos, Tolkien no los presenta como imposiciones, sino como convicciones y decisiones de vida enalteciendo las tres facultades humanas, y me parece que lo encapsula en lo que se ha convertido una de las escenas más icónicas de la adaptación cinematográfica, que lo resume esta frase:
“All we have to decide is what to do with the time that is given to us. There are other forces at work in this world, Frodo, besides the will of evil.” “Todo lo que tenemos que decidir es qué hacer con el tiempo que se nos da. Hay otras fuerzas trabajando en este mundo, Frodo, además de la voluntad del mal “.
Este es un hombre lleno de sabiduría, que vio mucho de lo peor de la humanidad a través de las guerras mundiales en las que fue soldado y aun a pesar de esto, vemos a alguien que eligió creer en lo mejor de la humanidad y las quiso representar a través de sus historias
Aunque nadie me culpó acerca del hecho del que el día que nací se enfermó mi mamá, me sentí culpable hasta que pude comprender que el amor que me rodeaba de familia no permitiría nunca que cayera y si caía era ese mismo amor sería el que me levantaría de la nada.
Hoy me encuentro asumiendo el compromiso que encuentro en mi historia de vida. Por eso estoy aquí en Mindove, he decidido invertir mi tiempo en este mundo usando la fuerza del bien para ayudar a levantar a otros de la nada.