San Juan Pablo II nos enseñó dos principios básicos del amor cristiano para sanar el alma: la compasión y la misericordia. Estas enseñanzas resuenan fuertemente en mi corazón porque reflejan con perfección mi misión de vida. Es mi más fuerte deseo tener el don de comprender al otro para poder consolar y mejor aún poder dar esperanza a su dolor y sufrimiento, que, en la Misericordia infinita de Dios, pueda encontrar esa paz que tanto busca.
A Juan Pablo II lo considero mi Santo Patrono por dos similitudes que tengo con él. La primera es que el día que él fue nombrado Papa, es el mismo día en el que yo estaba naciendo, el lunes 16 de octubre de 1978. Aquí inicia mi historia, una historia que hasta el día de hoy ha sido de ir y venir en el cambio de residencia, me he mudado siete veces de ciudad. Mi infancia fue muy feliz, con una mamá muy presente y dedicada al 100 % a sus hijas, y un papá muy trabajador y perseverante para que nunca nos faltara nada. Mi educación fue en colegios católicos, y siempre estaba en búsqueda de servir a la Iglesia, en orfanatos y asilos.
En esta inquietud de ayudar, consolar y servir es que decidí estudiar psicología y aunque en un principio quería dedicarme a la psicología infantil, me fui dando cuenta de la necesidad que existe en formar familias firmes en la fe y a ayudar a los matrimonios a mantenerse sólidos en el amor.
Este discernimiento fue gracias al testimonio firme de parte de mi esposo, con quien he estado casada por 20 años. Juntos formamos una bella familia y tenemos 4 hijos. Durante nuestra vida juntos hemos vivido altas y bajas, pero siempre luchamos por caminar agarrados de la mano de Dios. Esta pasión por la evangelización de las familias es la segunda cosa que tengo en común con San Juan Pablo II. Gracias a su intercesión tuve la oportunidad de iniciar la Maestría en Ciencias del Matrimonio y Familia del Pontificio Juan Pablo II en México.
Siempre he sido muy firme en mis creencias y valores. Soy una mujer que trabaja en el día a día en la congruencia, buscando esa unidad mental, emocional y espiritual. Hoy llegué a este increíble proyecto en el cual con libertad puedo combinar mi profesión con mis creencias cristianas, además de seguir siendo esposa y madre. Eso es el resultado de lo que siempre le pedí a Dios, porque Él es siempre fiel.
Ser Psicóloga católica me permite llevar a Cristo al corazón de la persona y entonces sea Él quien obre y sane el corazón para lograr encontrar paz y plenitud.
Mindove es una promesa de Dios en mi vida, que me permite seguir caminando en el cumplimiento de mis dos grandes misiones: consolar, sanar, fortalecer y reconstruir familias y complementarlo con mi don de esposa y madre para seguir nutriendo a mi propia familia.
Cuando Merce me invito a colaborar en el programa de Learn Dove encargándome de la coordinación de la generación de todas las estrategias de aprendizaje por medio de los contenidos del blog, de los cursos, de los talleres, entre otras, no dude por un segundo en aceptar esta invitación. La razón es que ya no era solo trabajar desde la psicología como psicóloga Ultra Dover en Mindove, sino ayudar a contribuir en nuestra comunidad de psicólogos al sentido de pertenencia que nos distingue, enriquecerla, apoyar e intercambiar conocimientos, entre otras cosas. Fomentar este sentido de pertenencia que nos enorgullece, me genera mucha ilusión.
Mi misión en Mindove es ayudar a los psicólogos de la comunidad a mostrar su potencial a través de la generación de un contenido de valor que aporte valor a la vida de las personas. Que les haga creer que sanar es posible y que los invite a buscar ayuda terapéutica integral con estos diamantes que son mis colegas que hoy conforman mi comunidad y que tengo el gusto de liderar.